PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL EXCMO. SR. CONDE DE MURILLO, PRESIDENTE DEL REAL CUERPO DE LA NOBLEZA DE MADRID, EN EL ALMUERZO CON LAS ORDENES Y CORPORACIONES NOBILIARIAS, TRAS LA CELEBRACION DEL AÑO JUBILAR EN LA CATEDRAL DE NUESTRA SEÑORA LA REAL DE LA ALMUDENA
MADRID 7 DE OCTUBRE DE 2000
Monseñor, excelentísimos e ilustrísimos señores, señoras y señores
Ante todo quiero agradecer a todas las Instituciones, Ordenes y Corporaciones nobiliarias que hoy nos acompañan su deferencia en acudir a la celebración del Año Jubilar que, en nombre del Cardenal-Arzobispo, Monseñor Rouco Valera, ha organizado el Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid.
La respuesta ha sido numerosa y magnífica. No puedo decir que ha sobrepasado mis expectativas porque nunca he tenido dudas de la generosidad del estamento nobiliario cuando es llamado a cumplir los principios del antiguo código caballeresco y, mas aún, a dar testimonio de la fe y de las lealtades que profesamos.
Nuestra reunión de hoy es sin duda doblemente jubilar. De una parte por la naturaleza religiosa del acto que acabamos de celebrar, reafirmando como cristianos nuestra devoción al Santo Padre. De otra porque hemos estado todos juntos bajo la presidencia de S.M. EL REY, que se ha dignado conceder su representación formal y expresa en nuestro acto a S.A.R. el Infante D. Carlos.
Es así una ocasión singular, y poco frecuente, en que la Nobleza española se presenta y actúa de forma conjunta. A lo largo de los siglos, los Grandes y los Títulos, los Caballeros de las Ordenes, de las Cofradías y Corporaciones nobiliarias y los hidalgos e infanzones de los distintos territorios de la Monarquía hispánica, llevaron a cabo todos juntos, cada uno en niveles distintos de la Milicia, de la Iglesia o de la Administración del Estado, gestas memorables y servicios valiosísimos a la Corona, a España y a sus conciudadanos.
Ese camino, ese ideal de servicio, no está en modo alguno concluido. No podemos descansar cómodamente en el simple recuerdo sino que debemos afianzarnos en él para construir y para desarrollar nuevas acciones. El pasado tiene excelentes modelos de conducta para el futuro y su recuerdo es sobre todo un acicate para el siglo venidero.
En la sociedad que se transforma vertiginosamente, las Corporaciones nobiliarias tienen en su historial un punto de apoyo magnífico para la reflexión, el cambio, la adaptación y, consecuentemente, para la acción cultural y social ejemplar.
S.M. el Rey, con ocasión de presidir la Asamblea Extraordinaria de la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España el pasado 31 de Marzo, recordaba las tradiciones y valores que la Nobleza personifica, la inspiración de nuestros esfuerzos en el mérito personal y en el de nuestros antepasados, la necesidad de nuestra inserción en la sociedad con mayor peso específico, manifestando la vigencia en la sociedad de hoy de los valores que desde antiguo han inspirado a la nobleza, las servidumbres de autoexigencia que ésta impone con su código de valores morales y la necesidad de un ejercicio sobresaliente de los ideales que siempre han caracterizado a quienes han servido a España.
Ante todo, pienso que debemos huir del inmovilismo, de cualquier exigencia de privilegios, de querellas internas, de estériles envidias, de enfrentamientos y de vanidades fuera de lugar que muchas veces – por desgracia – han menguado el prestigio de nuestros Institutos. Son las obras, las acciones generosas culturales y asistenciales y la desinteresada y constante vocación de servicio lo que ha dado gloria y honra a nuestros Cuerpos.
Ciertamente las Corporaciones españolas, las Ordenes Militares, las Maestranzas, o la Asociación de Hidalgos a Fuero de España tienen también una acción asistencial de diversa amplitud que las honra, las hace dignas herederas de su historia y las constituye en ejemplares para todos. Los medios humanos y económicos de muchos de nosotros son muy reducidos, pero sin duda podríamos suplirlos con nuestra voluntad y con una sincera y generosa cooperación entre todos que nos permita contemplar y ayudar en todo lo bueno de los demás y considerarlo como objeto propio de nuestros desvelos e interés, además de identificar y llevar a cabo otros proyectos conjuntos.
La acción social y asistencial puede tener toda la amplitud que queramos darle. La tercera edad, los programas de inserción laboral, las ayudas para el desarrollo de iniciativas empresariales, la cobertura de desafortunadas situaciones económicas o laborales o la simple guía y consejo para resolver problemáticas humanas, son ámbitos en los que la mutua colaboración y asistencia serían beneficiosas para todos.
La acción cultural ofrece igualmente un gran campo de trabajo conjunto y de cooperación interinstitucional. También S.M. el Rey resaltaba en marzo pasado la necesidad de incrementar las actividades culturales, así como la de colaboración con entidades afines y con instituciones académicas, para enriquecer los trabajos de investigación y divulgación de la acción de la Nobleza Titulada a lo largo de la Historia de España. Mucho ha de hacerse todavía en este ámbito, con los nuevos criterios historiográficos y sobre sólidas bases documentales, tanto para el mejor conocimiento de nuestra historia y tradiciones por la sociedad civil como por nosotros mismos y para enseñanza y estima por nuestros descendientes.
Serían campos de trabajo interesantísimos los archivos privados, el patrimonio artístico nobiliario, la historia de nuestras Corporaciones, de sus miembros y de sus obras, los estudios sociológicos sobre la Nobleza, la realización de programas metódicos de estudios y de becas o ayudas de investigación y, claro está, la colaboración con Departamentos Universitarios y Centros de Estudios nacionales o extranjeros.
Quisiera terminar estas palabras expresando un deseo y un agradecimiento.
El deseo: que podamos encontrar fórmulas que permitan, a nuestras Entidades, enfrentar el nuevo siglo con un espíritu abierto y actualizado, para prestar los servicios que la sociedad demanda y que han de redundar en beneficio de España y de la Corona. Conseguiremos también con ello, hacer a nuestras Corporaciones sugestivas y atrayentes para las nuevas generaciones, que son quienes han de garantizar su pervivencia y la de nuestras tradiciones. El Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid, que respeta y admira la historia y los fines de cada una de nuestras entidades y que cree, también, en el significado universal de nuestros grandes momentos históricos y de la sociedad del siglo XXI, quiere dejar expresa constancia de su permanente disposición para colaborar con todos en ese futuro.
Y el agradecimiento: a S.A.R. el Infante D. Carlos que nos ha presidido representando S.M. EL REY, al Alcalde de Madrid que ha querido estar junto a nosotros en la Catedral, al Decano de la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España, que va a cerrar este acto y a vosotros ; por vuestra compañía y generosidad con la que que se hace patente la unión y la solidaridad de nuestras Corporaciones.